jueves, 11 de noviembre de 2010

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La sexualidad en la adolescencia. 

Muchas culturas difieren en cuál es la edad en la que las personas llegaran a ser adultas. En diversas regiones, el paso de la adolescencia a la edad adulta va unido a ceremonias y/o fiestas, como por ejemplo en el judaísmo el Benei Mitzvá celebrando a los doce años. Aunque no existe un consenso sobre en qué edad termina la adolescencia, alguno psicólogos como Erik Erikson consideran que la adolescencia abarca de entre los doce o trece años hasta los 20 o 21 años. Según Erikson este período de los trece a los veintiún años es la búsqueda de la identidad y define al individuo para toda su vida adulta, quedando plenamente consolidada la personalidad a partir de los veintiún años. Ya que el término de la adolescencia depende de la madurez psicológica la edad exacta en la que termina no es homogénea  y dependerá de cada individuo.
La sexualidad se encuentra presente durante toda la existencia humana, pero en la adolescencia se vive y manifiesta de manera un poco diferente a como se expresa en otras etapas de la vida. En este periodo surgen   sensaciones e impulsos de tipo sexual que se encuentran relacionados con los cambios biológicos que enfrentan todas y todos los adolescentes. Los cambios hormonales provocan que se tengan deseos y fantasías eróticas, que se quiera sentir placer físico a través del propio cuerpo y del cuerpo de otros, especialmente de quien te gusta.
Estas sensaciones generalmente te toman por sorpresa, por eso la angustia, el temor, la incertidumbre y la confusión revolotean en tu cabeza  más aún si no se tiene la información necesaria para comprender mejor lo que te esta pasando, o si no se cuenta con personas confiables que te puedan escuchar y orientar seriamente.
La forma de vivir estos cambios y procesos tiene que ver con características personales (como el sexo, la edad o la personalidad) y sociales (la cultura, el nivel educativo, la religión, etc.), así como las reacciones y demandas del mundo que te rodea. Resulta común que, en los primeros años de la adolescencia, las y los jóvenes se aíslen un poco del mundo que los rodea prefiriendo pasar más tiempo a solas consigo mismas. Seto se encuentra relacionado con la sensación de incomodidad con el cuerpo por los rápidos y fuertes que son los cambios. Es aquí cuándo vuelve a aparecer la autoestimulación (ya que de niños o niñas también se viven estas experiencias, solo que no tienen por finalidad alcanzar el orgasmo si no explorar el cuerpo) y las fantasías (o “soñar despierto”) que permiten liberar los deseos e impulsos sexuales que están sintiendo.
Sin embargo, la autoestimulación suele ser una actividad muy común durante toda la adolescencia, no solo al inicio. Además, esta cumple un papel muy importante. Es frecuente que se tenga un mejor amigo o mejor amiga, con quien se comparten secretos, confidencias, tristezas y alegrías, así como los deseos más profundos. Con esta persona se quiere estar todo el tiempo así que cuando no pueden verse, las conversaciones telefónicas, cartas o mensajes son interminables.
También se suele tener un grupo de amigas o amigos del mismo sexo. En estos grupos comparten experiencias, angustias y deseos; también se cuentan las cosas que les ha pasado con la persona que les guste y eso ayuda a tranquilizar la inseguridad y duda que estos encuentros generan.
Al final de la adolescencia, y gracias a que se tiene una identidad más estable y mayor seguridad en la forma de relacionarse con los otros, la necesidad de estar en el grupo de amigos o amigas va desapareciendo por que se prefiere tener más tiempo para compartir a solas con la pareja esto no quiere decir que no tienen amistades con personas del mismo sexo, sino que la relación cambia y se valora mas la intimidad. Con respecto a las relaciones amorosas al inicio de la adolescencia las y los jóvenes van descubriendo que sienten interés y atracción hacía otras personas, pero esos sentimientos se esconden y ocultan. Luego se experimentan muchos deseos de resultarle atractivo o atractivo a alguien más, por lo que pasan horas frente al espejo, buscando nuevas formas de peinarse o vestirse por ejemplo.
Después se vive el enamoramiento. Son muy comunes “los amores imposibles” , al enamorarse de personas mayores o inaccesibles. Esto tiene un propósito muy importante: dar seguridad; lo cual se logra al imaginar o fantasear lo que se quiere, desea y haría, sin tener que enfrentar en la realidad a la persona amada. Con el paso del tiempo, los jóvenes se van sintiendo más a gusto y seguros de si mismos al estar en contacto con personas del otro sexo.
Generalmente en la mitad de la adolescencia se vuelven más comunes las relaciones del noviazgo, que son cortas pero muy románticas e intensas. Más adelante, las relaciones amorosas se vuelven más duraderas y estables, caracterizadas por una mayor preocupación por lo que siente y desea la pareja. En estas épocas también surge la preocupación por decidir si se tienen relaciones sexuales genitales o cóitales.
Además, rn la adolescencia que se consolida la identidad sexual, es decir la forma en que una persona se siente, en lo más intimo de su ser, como hombre o como mujer. A pesar de que está identidad es producto de un largo proceso que inicia desde la niñez, en la adolescencia “se pone a prueba y se ensaya” a través de todas esas conductas hacia personas del mismo sexo y del sexo contrario.
La identidad sexual permite que las personas puedan sentirse, reconocerse y actuar como hombre o mujeres. También aclara las ideas, sentimientos y significados que se tienen con respecto al propio sexo y al sexo contrario la identidad sexual nos permite diferenciarnos como hombres o como mujeres.


             


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